Vamos a hacer una prueba si esto de la risoterapia funciona:
Coge un paquete de galletas de esas redondas y bien grandes, métete una en la boca y coge un boli. Ve hacia la primera persona que tengas a mano, da igual si es tu jefe, la vecina del
quinto o el perro, y dile:
-¡Esto es una aguja que tiene cabeza y punta!
A lo que ella muy sorprendida dirá:
-¿Tiene cabeza?
-Cabeza tiene.
-¿Y tiene punta?- Te preguntará intrigada
-Punta tiene, tómala que te entretiene- Respóndele mientras le regalas tu preciosa aguja…
Si has sido capaz de hacer esto sin reírte… deja de leer este artículo porque tu caso ya es de suma gravedad, llevas mucho tiempo sin reírte y te hacen falta una buena sesión de cosquillas.
Si eres de los que todavía tienes la risa a flor de piel, cuídala, practícala, que no pase un día sin haberte reído, por lo menos una vez, una vez a carcajadas. Y si ves que se te olvida ponte un cartel bien grande en el pasillo de casa.
Todos estos “consejillos”, y algunos más, que nos sirven para ser un poco feliz, es lo que hemos estado practicando en el Instituto de Enseñanzas Aplicadas durante las dos últimas semanas. Toda una experiencia esta de hacer reír a la gente y sacarle de dentro esa risa de niño, que a veces desgraciadamente, con los años, se nos olvida…
Un último consejo: ve al espejo y hazle unas muecas a la persona que ahí veas… y por favor, pon una sonrisa en tu vida.
Nos vemos en el siguiente taller de risoterapia, uno de los que más me gusta dar… porque lo fundamental es pasarlo bien.
¡A ser felices!
Angélica